viernes, 11 de noviembre de 2011

CAPITULO XII: QUE SABRAS TÚ DE MI




                                           Hola Rocío:


Sé que hace tiempo que no te escribo pero la ultima carta me hizo recapacitar algunas cosas. Te he contado mis peripecias y desventuras, algunas simpáticas y otras no tanto. Pero con lo que me quedo sin dudarlo es "conmigo". Imagino que dicho así puede parecer egocentrico, pedante o egoísta. No es mi intención, desde luego. Cuando te digo que me quedo conmigo quiero decir con mi corazón, con mis recuerdos y mis experiencias vividas. A veces pienso que sólo somos eso, corazón y cerebro. Algunas veces nos llevan a situaciones maravillosas y otras, no sé porque demasiadas bastante malas.

¿Qué la culpa es sólo mía?, seguro que sí, pero aun así han sido tomadas por mi y no por terceras personas. Nunca me arrepentiré de lo que he hecho, sí de lo que no no hice. Como dijo un señor de origen etiope que conocí en la fiesta de unos amigos mios: "la diferencia del hombre y el león es que el león lleva la cola detrás de su cuerpo y el hombre la lleva delante". Desde luego estoy convencido de que ese hombre había dicho una gran verdad, así nos ha ido a muchos hombres por no pensar con la cabeza.

Pero bueno, no ha sido ese mi caso  en los errores cometidos en mi vida, básicamente porque han sido fruto de mis sentimientos y corazón. Estoy seguro que pensaras que soy un romántico empedernido o un anticuado, pero si es así, no me importa lo más mínimo. Yo tengo que sentir y hacer sentir a la persona que este conmigo VIVO. Sí, vivo. La vida es el mayor regalo que tenemos y que en muchas ocasiones la menospreciamos. Cuando amas a una persona joven que teniendo toda la vida por delante, ves como se le esta escapando de una forma ruin y dolorosa te hace ver este valioso regalo de otra forma. "Amar y ser amado". Esa es la esencia de esta injusta y puñetera vida. Nada puede comprar ni mucho menos igualar esa experiencia, vital para mí desde luego. No me llevaré a la tumba a mi familia, ni a mi hija, mi mi trabajo, mucho menos el coche o la casa. Sólo las experiencias vividas que me han acompañado durante todos esos años que me toquen por vivir. Reconozco que puede resultar a tópicazo todo esto que te estoy contando, pero para mi es una lección más que aprendida en estos treinta y nueve años.



Algunos me han dicho que no es bueno entregarse demasiado, que hay que dosificarse. También que hay que esperar a la chica que de el primer paso. Que no es bueno dar más de lo que recibes. Pero no son más que gilipolleses. La vida no es una maldita partida de ajedrez, esto no es un juego. Yo soy así y nada ni nadie lo cambiará nunca. Es tan bonito el amor que resistirse a sentirlo en tú cuerpo es sólo una perdida de tiempo.
Me encanta mirar a los ojos de la persona que quiero y ver que mis sentimientos son correspondidos. Sentir sus caricias y sus besos en la intimidad, recibir una llamada de ella cuando menos me lo espero diciéndome que me quiere. Eso, que para algunos no es más que una cursilada, me da la vida. Me crea ilusiones y me hace soñar. Saber que tengo la capacidad de hacer feliz a otra persona es algo realmente grande.



                            Siempre dije te quiero
                            y siempre fue de verdad
                            contigo yo sólo espero
                            que no me faltes jamas


                                                                          M.León




P.D. : Siento ser tan breve en esta carta, pero me tengo que marchar al trabajo. Prometo que la próxima será más extensa.


                                  Un saludo

                                                             Javier.

lunes, 29 de agosto de 2011

CAPITULO XI (CONTINUACIÓN)

                                                  Hola  Rocío



Sé que la carta anterior fue muy escueta y la dejé a medias, pero me era imposible seguir escribiendo y recordando aquellos momentos. Contarte todo aquello fue más doloroso de lo que podía imaginar, pero tengo que hacerlo, porque mi vida se quedó estancada después de lo que te seguiré contando a continuación.

Después de que Esther me contara porque ese peinado tan extraño, nada bonito y mucho menos acorde a su cara. Después de rechazar varias veces mi invitación a tomar una copa. Después de oír su voz tan dulce, tranquila y llena de paz. Después de todo eso, vino la confesión de su enfermedad. Cáncer, ni más ni menos, el maldito, odiado y temido cáncer.

Fueron los minutos más dificiles que he pasado en mi vida.¿Cómo podía consolarla?, ¿cómo decirle que yo no saldría huyendo?. Sobre todo, como dejar de mirar esos ojos tan llenos de vida y hermosura. 

Seguimos hablando sin cambiar de tema, tratándolo con la mayor naturalidad, dándole a entender a ella que sabía donde me estaba metiendo pero que no me importaba en absoluto. Seguimos hablando de varios temas, su pasado, mi pasado, risas, anécdotas simpáticas, el cansancio se veía en su rostro. Así terminó nuestra primera cita, con un ¡hasta mañana! y dos dulces besos en nuestras mejillas.

Al día siguiente quedamos en la cafetería de ese pueblo llamado Blanco y Negro por mí, que por cierto los propietarios, son un matrimonio maravilloso y grandes amigos mios. Ana, la propietaria del establecimiento, intuía algo diferente en esta cita. Ella había sido testigo de tantas y tantas citas mías con chicas conocidas en esas paginas de Internet que prometen ser el mejor método de encontrar el amor verdadero.
Cuando Esther se marchó después de la segunda cita, Ana se acercó a mi mesa y sirviéndome un whisky, me dijo con una sonrisa y mirada de complicidad _ veo que esta chica te ha gustado de verdad, ¿no es así?.
Así es le respondí con rostro serio y triste. Al oír como lo dije y mirar mi cara, se sentó un momento y me preguntó si sabía donde me estaba metiendo.
_¡Claro que sí!, ¿por qué me preguntas eso Ana?.
_ Porque sé que el pelo de esa chica no es el suyo es una peluca, porque también sé que su salud es delicada y porque tú cara me ha delatado tristeza e impotencia. ¿Me equivoco Javier?.
_ No Ana, no te equivocas en nada.

Pero no podía dejar de quedar con ella, me gustaba no sólo su físico y su belleza, su personalidad era cautivadora, me daba paz, me sentía tan bien a su lado. ¡Sí Rocío!, me estaba enamorando de Esther sin saberlo, sin darme cuenta, a pasos agigantados, viviendo el momento con ella con gran intensidad. 
Hasta que un día se lo dije, me acerqué a ella y la bese en los labios. Eso cambió mi vida. 


Salimos durante unos meses. Fueron muy dificiles para mí. Vivir su ilusión por el comentario favorable de  un medico de su enfermedad, ver los destrozos que hacía en ella la quimioterapia. Esos fines de semanas en mi casa los dos juntos, cuidándola y queriéndola, sin poder hacer el amor por los efectos de la quimioterapia, su impotencia por no poder dármelo todo, rezar y pedirle a dios que la ayudara, que no me la arrebatara. 
Con todo lo que he pasado en los asuntos del amor, Esther era el resultado de mis plegarias, la pareja perfecta para compartir mi presente y futuro. Y ahora que la tengo, una maldita enfermedad me la quiere quitar. Esta vida es injusta, infiel como las personas, asesina con los que menos culpa tienen y muy dolorosa.


Nuestra relación era una montaña rusa, de momento estaba eufórica y me quería muchisimo, como al rato me trataba a punta pies. Me puedo hacer una idea de lo duro que podía ser empezar una relación con un hombre y a la vez saber que tú enfermedad no te deja llevar una vida de pareja normal. Si para mí era duro y difícil para ella lo era mucho más. Hasta que un día me dijo que quería dejarlo conmigo, que era una tontería seguir juntos porque yo no estaba preparado para estar con una mujer en su situación. Que yo no la quería tanto para estar ahí si ella empeoraba. De esa manera me despachó, sin más. Sin derecho a una suplica, sin importarle mi opinión. Pero lo que yo no sabía era que me estaba protegiendo porque después de unas pruebas medicas le diagnosticaron metástasis y le quedaba muy poco de vida.


Ese mismo día la llamé a su teléfono varias veces sin respuestas, le mandé no sé cuantos correos electrónicos. Pero era inútil, ya no quería saber nada más de mí.
Me fui a mi querida cafetería y con un whisky en la mano le pregunté con lágrimas en los ojos a mi amiga Ana ¿por qué?. Porque te quiere y quiere protegerte, porque sabe lo que va a pasar y sabe lo que vas a sufrir después. Javier, porque no quiere que sufras me respondió mi querida amiga. 



Pero seguimos en contacto, por teléfono, por correos electrónicos. Yo le preguntaba por su salud y ella por mi trabajo. Hasta que un amigo mío y conocido de amigos de  Esther me dio la fatídica noticia de que ella había muerto. No te puedes hacer una idea cuanto me dolió la noticia de mi amigo. Me llevé varios días sin darme cuenta de nada. Las horas pasaban pero yo era como un robot, iba a trabajar, hacía la compra, cocinaba, pero estaba sumido en sueño despierto.
No te imaginas lo duro que es para mí contarte todo esto, recordarlo todo de nuevo. Esther se llevó de mi corazón un trozo muy grande de amor y esperanza.

Por cierto, recuerdo que hay una historia inacabada


Ahora necesito descansar, esta carta me ha agotado muchisimo. Te desea una feliz semana tú contador de historias.



                                                              Javier

martes, 2 de agosto de 2011

CAPITULO XI : CUANTO DUELE EL DOLOR

 varios meses después...                       


                                                     Hola Rocío :

Siento este silencio y la ausencia de cartas por mi parte pero un amigo me dio una noticia que ha marcado un antes y un después en mi vida. La protagonista de esta carta se llama Esther. Era una persona muy especial que me enseñó el significado de HUMANIDAD además de darme clases de perseverancia y positivismo.  La conocí por casualidad en una pagina de esas llamadas redes sociales, y después de chatear con ella durante un par de días decidimos quedar en persona para tomar un café. Era tal cual la recordaba en las fotos que me mando a mi email, pero con una pequeña diferencia, su corte de pelo era muy diferente al que vi en las fotos y con un toque artificial que no le venía nada bien a ese rostro tan bonito. 



La primera imagen que tuve de ella fue maravillosa. Una mujer de treinta y seis años de edad, cabello negro y brillante, ojos inmensos, preciosos, pero que encerraban en ellos mucho dolor y desesperación. Su cuerpo era digno de todos los elogios que un hombre pueda describir. Pero que al acercarse a mí, su sonrisa y esa forma de mirarme me cautivaron de tal manera, que no podía dar crédito de lo que me estaba pasando. 
Después de saludarnos, caminamos hacía la cafetería de esos amigos que en alguna ocasión te he comentado en este pueblo llamado Blanco y Negro. 

La conversación era fluida, llena de naturalidad y con una dulzura tan embriagadora que estar centrado en mis respuestas era bastante complicado para mi. 
La conversación era tan amena que pasaban las horas sin darme cuenta. Esther, al mirar el reloj y con cara de agotamiento me dijo que se tenía que marchar, cosa que me dolió sobremanera ya que no quería de ninguna manera separarme de esa magnifica mujer. Intenté retenerla ofreciéndole una copa, un helado, otro té.... ¡ yo que sé!, no quería despedirme de ella porque sin haberse ido todavía ya la estaba echando de menos. Pero al mirar sus ojos, comprendí que realmente era como ella decía, su rostro marcaba agotamiento y cansancio.


Nos despedimos y como sí me fuera la vida en ello la invité a tomar café el próximo día.
Al día siguiente hay estaba yo, en el mismo sitio y a la misma hora de la primera cita. ¡Bien!, ha llegado, hoy también voy a poder disfrutar de su presencia, de su conversación, y de lo que es más importante, poder oler ese perfume y ver esa sonrisa que me tenía totalmente cautivado.

Después de otra charla muy amena y de mi insistencia por invitarla a un licor, ella me dijo con rostro serio y preocupado : Javier, tengo que confesarte algo...
No, por favor, no me digas que estas casada, no me digas que... es igual, no me digas nada que impida volver a vernos de nuevo, dije yo.
Ella con una sonrisa forzada y moviendo la cabeza con una negativa me dijo que no, que desgraciadamente era otra cosa la que me tenía que contar y sin más preámbulos me dijo: Manu, tengo cancer...

Perdoname Rocío pero no puedo seguir con esta carta. Es tan duro para mí...   te mandaré otra más adelante terminando de contar que pasó y como.




                                     Un beso            



                                                                      Javier







 

martes, 15 de febrero de 2011

CAPÍTULO...AHORA ME PASO AL ROMANO... X

Hola, Rocío:
El mejor martes de mi vida. No te puedes hacer una idea de cómo fue ese maravilloso día. Quedamos para tomar café en la misma cafetería. Todo empezó de una forma muy natural. Parecíamos dos viejos amigos que por casualidad se reencuentran de nuevo, y en un ambiente de camaradería empiezan a hablar de viejas batallas sucedidas años atrás.
 
Ella me habló de su juventud, yo de mi infancia. Recordar viejas historias de mi pasado llenaron de alegría mi alma. Así es, Rocío, mi alma que hasta el día de hoy era un señor de gabardina gris, con rostro pálido y cansado, cambió repentinamente su atuendo por otro más alegre, desenfadado y con un toque de bohemio.
 
¡Oh, Rocío! qué martes más maravilloso. Oír de sus labios tantas y tantas historias alegres y cargadas de aventura, me iluminaba el espíritu.
Después de tomar café, cogí las riendas de la situación, llevando la conversación por un rumbo muy bien marcado, lleno de alegrías vividas.
Hablé de mi primer trabajo, de una copistería que ya no existe y de la plaza donde estaba ubicada.
Una plaza grande y alegre, rodeada de viejos árboles que cobijaban a los jóvenes que allí nos reuníamos para charlar al salir de trabajar, en esas tardes lluviosas de primavera y dando cobijo también del sol en las tardes de verano. Todos los allí presentes éramos jóvenes trabajadores de los locales que se encontraban en dicha plaza.
 
Plaza de "San Pedro", conocida así por todos los sevillanos, y testigo de mis primeras cervezas  y cigarrillos.
¡Cuánta luz, cuánta alegría! aromatizado con jazmín y azahar en las tardes de primavera, planeando de antemano dónde ir el fin de semana siguiente.
 
Mi primera fiesta de fin de año, organizada con la ayuda de mis amigos de infancia. Mi experiencia como camarero en una discoteca durante un periodo no demasiado extenso. Vivencias con antiguos compañeros de instituto trabajando en un hotel de la costa de Huelva. Compartir habitación de personal en dicho hotel con un buen amigo mío, donde preparábamos fiestas un día sí y otro no. Que más que una habitación de personal de un hotel, parecía el camarote de los hermanos Marx, porque en ella nos reuníamos once camareros, once camareras, el maitre, segundo maitre, sumiller y todas las botellas de alcohol que podíamos pedir prestadas a los compañeros de cafetería.
 
Mi primera experiencia con la psicología, cuando trabajaba en un viejo pub de la ciudad acompañado de la diosa Selene.
En este pub trabajaba de camarero también, con dieciocho años de edad, sirviendo cervezas de importación en una cuadrilla de camareros de la ciudad, mayores, calaveras, maestros  del buen beber y conocedores de todo lo prohibido. A los que yo llamaba el clan de los piratas, que al principio no me miraban con buenos ojos, pero al poco tiempo me pude ganar la confianza  de ellos.
 
¡Qué recuerdos! Cuánto me enseñaron de lo bueno y de lo no tan bueno.
Con qué maestría pude aprender la manera y forma de darle largas a clientas cuarentonas, deseosas de ligar con chicos de dieciocho años, como los que yo tenía entonces, alcohólicas y cocainómanas, dispuestas a compartir todos los excesos de sus vidas cotidianas con un chaval como yo a las dos de la mañana.
Largas charlas con un cliente asiduo del local, que además de ser profesor en la universidad de Sevilla, había vivido durante diez años en la India y era un gran conocedor de todo tipo de mitologías y leyendas. 
Después de cuatro gin tonic cada uno y cuatro horas de charla entre Cristina y yo, decidió ella y no yo, que nos fuéramos cada uno a su casa a dormir. 
Como te dije al principio de la carta, Rocío, este martes fue una gran tarde para mí, de la que estoy seguro que no olvidaré jamás.





                Un saludo,

                                                     Javier




   P.D.: Rocío, esto tiene buena pinta.

martes, 8 de febrero de 2011

NOVENO CAPITULO : UNA TARDE MARAVILLOSA


                                       ¡Hola Rocío!


No te puedes hacer una idea de lo bien que me lo pasé el domingo con Cristina. Ese es el nombre de la panadera, Cristina. Si el nombre me gusta, no te imaginas cuanto me gusta su propietaria. 
Fue una tarde maravillosa, aunque el tiempo no acompañaba mucho pero la velada no pudo ser mejor. Llegué a la cafetería de mis amigos donde había quedado con ella y me senté en la mesa que siempre elijo cada vez que voy. Allí estaba yo, sentado cómodamente y con unos nervios que no me dejaban estar quieto.

Pedí un café cortado, acompañado de un licor de guindas como siempre tomo. Licor que además de ser el que más me gusta, es un recuerdo constante a mi paladar. Me recuerda a Cazalla de la Sierra, pueblo  donde nació uno de mis abuelos y lugar elegido para escapadas los fines de semana que podía con mis amigos de Sevilla. Pero de Cazalla ya te hablaré en otra carta, ahora voy a centrarme en mi cita con Cristina.

A los diez minutos de de llegar a la cafetería, llegó ella con aspecto alegre y tímido a la vez. Empezar la conversación fue un poco complicado al principio, pero transcurridos unos minutos todo fue muy fluido.
Hablamos de muchisimas cosas, más de las que yo podía imaginar antes de entrar en el establecimiento.
Ella me hablo de su vida, de su pasado, proyectos a corto y largo plazo. Me contó como era su rutina diaria, sus hobbies y viajes.
Hablé de los mismos temas que ella, pero yo buscaba un poco más en lo más profundo de su apacible mirada. Descubrí mucho dolor, alegrías, una voluntad de hierro, constancia, organización en el ámbito profesional, y una cosa que me sorprendió gratamente. 
Es una mujer muy inteligente y culta, cosa con la que no contaba debido a su profesión, pero que ella me explicó rápidamente. 


Estudió la carrera de Filología hispánica, trabajó durante muchos años en una editorial pero un día decidió coger las riendas de su vida. Dejó atrás una vida cómoda para hacer realidad todas las ilusiones que guardaba en su corazón. Empezó a trabajar en lo que le apetecía, viajó a lugares que siempre había soñado ir. Rompió con los convencionalismos, vivió una vida modesta pero muy rica en experiencias. Forjó un presente pleno de sabiduría, madurez y grandes momentos.

Yo la oía hablar entusiasmado. Tenía la sensación de estar sentado junto a una mujer segura de si misma, equilibrada, sensata pero a la vez con un toque de aventurera e impulsiva. Yo estaba en lo cierto cuando pensé que ella era "esa mujer", la que tantos años he estado esperando. Algo más que un físico. Eso es lo que yo deseaba encontrar. Una mujer inteligente y culta, una mujer capaz de llevarse horas y horas hablando conmigo, una mujer dispuesta a afrontar los pesares de la vida junto a un hombre merecedor de su compañía, dulce y con un toque de inocencia que a mi se me antoja encantadora. Una sensibilidad muy agudizada, con principios, natural, espontánea, con una voz cautivadora.


En definitiva, la mujer con la que me gustaría compartir el resto de mi vida. Hablamos y hablamos, reímos hasta decir basta, mis reflexiones y las suyas eran hermanas gemelas. Como disfrute Rocío, no te puedes hacer una idea. Ella me miraba fijamente mientras hablábamos, y una sonrisa se iba dibujando en sus labios. Había complicidad, química, feeling como dicen ahora. Había una montaña gigantesca de todo esto y más.
Mi mirada se multiplicaba por cientos y no solo miraba sus ojos, también su escote, sus piernas, sus manos.
El deseo se apoderaba de mi cuerpo, el corazón palpitaba más y más. La primera copa se convirtió en la segunda, la tercera.... mi lengua se hacía más rápida, mis pensamientos más lascivos. ¿ Cómo podía desear de esa manera a una mujer que acababa de conocer?.

Hasta que ella se dio cuenta de que ya no la miraba con los mismos ojos de aceptación y admiración, sino que ahora lo hacía con ojos de deseo y lujuria. Y con un _ bueno, si te parece bien podíamos dejarlo por hoy, además estoy algo cansada. ¿Te parece bien que quedemos pasado mañana?, me dijo con una voz sensual y dulce, o por lo menos así me lo pareció. ¡Claro que si! contesté yo. Y así fue como termino mi primera cita con esta maravillosa mujer.



                                                        Un Saludo




                                                                             Javier




P.D. : No te puedes hacer una idea de las ganas que tengo  que llegue el MARTES.



viernes, 4 de febrero de 2011

martes, 25 de enero de 2011

OCTAVO CAPITULO : ¡ LA ENCONTRÉ !

        ¡ Hola Rocío !




Siento mucho si mis palabras te ofendieron, desde luego no era esa mi intención. Cuando te dije lo del emboltorio, no me refería a ti, no de verdad, no tengo motivos para ofenderte, ya que no te conozco de nada. No me gusta juzgar a las personas sin saber como son. Perdoname por favor si te he molestado en mi anterior carta. 

Además, aprovecho para decirte que.......  ¡ la encontré !. Si, la encontré.
¿A quien?. A ella, a esa mujer, a la que buscaba, a la quería encontrar, a la que siempre he esperado.
¡Dios!, ha iluminado mi vida y mi alma. Ha encontrado la llave, esa llave que creía haber perdido y arranca el motor de mi corazón. Sin pensarlo dos veces puso el pie en el acelerador pisándolo hasta el fondo y mis palpitaciones llegaron al máximo.


Seguramente me preguntes como es ella y a que se dedica. Pues bien, es maravillosa, sí, simplemente maravillosa. Su pelo, no se puede tener un pelo más bonito que el de ella. Moreno, rizado, suave. Vamos, para perderse en él.
Sus ojos. Sus ojos son bonitos, marrones y llenos de vida. Su mirada es noble, bondadosa y llena de ternura. Su sonrisa es picara, alegre, simpática y  sensual .




¿A qué se dedica?. Ella es panadera. Sí, así es. Trabaja en una panadería. ¿Cómo la conocí?. No te lo vas a creer, ni yo tampoco todavía. Veras, esta misma mañana he ido a una panadería que han montado hace unos días junto a mi casa a comprar pan para desayunar, y al abrir la puerta del establecimiento allí estaba ella, detrás del mostrador, mirándome a los ojos con su  luminosa y esplendida sonrisa.
Yo estaba allí, de pie, justo en la entrada del local, mirándola a ella. Eran las nueve de la mañana, recién levantado y sin nada en el estomago. Cada paso que daba hacia el mostrador me iba despertando cada vez más. Mis piernas temblaban como las de un adolescente al tener su primera cita con una chica. Mi garganta carraspeaba intentando limpiar la voz mientras daba los buenos días. Y de esta manera empezó todo :

_ Ella :  ¿Qué deseas?.

_ Yo :  Tomarme un café contigo, digo... perdón, una barra de pan.

_ Ella : (Sonríe mientras me mira) ¡ Vale !. ¿Cuando?.

_ Yo : Una. Sólo una barra de pan. Vivo sólo. 

_ Ella : No bobo. ¿Qué cuando nos tomamos ese café?.

_ Yo : ¡No puede ser! (eso no dije, lo pensé).

_ Yo : Cuando te parezca bien la semana que viene. Aunque, pensándolo bien, siendo hoy domingo y con el día tan maravilloso que hace, hoy podría ser el día perfecto para que tomemos ese café juntos.

Ella : Bueno, muy maravilloso tampoco lo es, digo por el tiempo. En la calle hace tres grados bajo cero y además el sol apenas se ve.

_Yo : No claro. ¿Cómo se puede ver el sol en la calle, si esta dentro de esta panadería justo delante de mi?.

_ Ella : ¡Pues no se hable más!. ¿Te parece bien que quedemos en la cafetería que esta justo enfrente de la iglesia?.

_ Yo : (Pero si es la cafetería de mis amigos y mi segunda casa). Vale. A que hora te viene bien?.

_ Ella : ¿A las cuatro de la tarde?.

_ Yo : ¡Muy bien!. Allí estaré sin falta.

_ Ella : Pues nada, allí nos vemos.

_ Yo : (Sonrío como un niño que le acaban de regalar su juguete favorito, me doy media vuelta y me dispongo a salir del local). 

_ Ella : Perdona, ¿no querías una barra?. Te la has dejado. Por cierto, ¿cómo te llamas ?.

_ Yo : (Me doy otra vez la medía vuelta mirando al suelo, avergonzado por mi torpeza). Me llamo Javier.

_ Ella : Encantada Javier. Así que toma tú barra y esta tarde nos vemos.

_ Yo : (la miro con cara de zoquete). Muy bien, ¡hasta luego!.

_ Ella : ¡Hasta luego Javier!. 



Salí de la panadería a toda prisa sonriendo con cara de panfilo. Me dirijo a mi casa apresurado, nervioso como un chaval de quince años que le acaba de dar su primer beso una chica.
¡ No me lo puedo creer !. ¡ Pero si tengo más mala cara que el chofer del Conde Drácula !. No me he lavado la cara aún, tengo legañas todavía en los ojos. ¡ Si peor pinta no podía tener !.
¡Ella me ha dicho que sí!. Por cierto, ¿cómo se llama ella?. ¡Anda mi madre!.¿Seré capullo de amapola?. 
Bueno, bueno, calmate Javier. Esto le puede pasar a cualquiera. Sobre todo si ese cualquiera soy yo.


¿Qué me pongo Rocío para esta tarde?. No tengo ni puñetera idea. Desayuno, empiezo a escribirte esta carta con la misma cara de pardillo que antes cuando regresaba a mi casa.
Dejo de escribirte para arreglar mi piso, preparo la comida (Rape a la Marinera) . Me ducho, me cambio cuatro veces de ropa.


¡Rocío que nervios!. Parezco un histérico, con lo tranquilo y centrado que soy. 
Termino de comer, miro la hora, son las tres y cuarenta minutos de la tarde. ¡Dios mio que hora es ya!.
Me despido ahora Rocío que tengo que pasar por el buzón de correos para dejar esta carta y después ir a mi maravilloso destino. Sólo me queda decir tres palabras :


                                              ¡ESTO ES PERFECTO!



                                 Un abrazo



                                                                  Javier



P.D. : Ya te contaré como ha ido la cita y como se llama, por supuesto.



lunes, 24 de enero de 2011

SEPTIMO CAPITULO : DESDE SU CRUELDAD

                                Hola Javier..........


Te dije que no volvería a escribirte, pero me ha sentado muy mal el que des por sentado algunos aspectos de mi. No tienes ni idea de como soy y ya me dices que estas seguro que no soy esa mujer que tú buscas. Me hablas de la humildad como si fuese algo de lo que yo carezco. Y no es así para nada. Me dices que buscas algo más que un emboltorio, dando por sentado que soy una mujer superficial. Y desde luego tampoco soy una mujer superficial. También dices que crees que sea una mujer bella, y aunque este mal decirlo por mi parte te garantizo que lo soy bastante. Seguro que más de lo que  tú te crees. Pero si te puedo decir que soy una mujer segura de mi misma y feliz con mi vida, cualidades o aspectos que no tienen nada que ver contigo. Por lo que he  leído de ti, tú si pareces un hombre inseguro de ti mismo y bastante infeliz . Hablas mucho de la soledad, y eso me da que pensar porque no sé si es buscada o simplemente es la vida que te ha tocado vivir.


Hablas mucho del amor, y no creo que seas un maestro de la materia . No creo que hayas amado más que nadie, sólo igual que muchisimas personas en tú situación. Aunque, eso sí, mala suerte con las mujeres no te ha faltado. Soy una mujer soltera, porque así lo quiero. Soy feliz con mi vida, porque es la que he escogido para mi. Tengo muchos amigos a los que quiero y desde luego me corresponden como es debido. No sé lo que es la soledad, ni quiero conocerla jamás, no por miedo, simplemente porque no cabe en mi forma de vivir la vida. Soy afortunada y así lo siento, pero tampoco me hace mejor ni peor que los demás. Creo que cada uno vive acorde a su situación, aunque en muchos casos creo que cada uno tenemos lo que nos merecemos. 



Sinceramente me das pena, por tú forma de expresar tú dolor y como te regocijas con ello. Pero desde luego no es una buena forma de ligar ir de mártir por la vida, y perdona que te lo diga tan claro, pero realmente es lo que tú me trasmites. Es más, me voy a tomar la libertad de darte un consejo, disfruta de la vida y no culpes a las mujeres por ser un infeliz, no creo que el problema radique en ellas, estoy convencida de que el problema radica en ti. Seguramente me estés tachando de cruel por mis palabras, pero soy sincera y directa, cualidades que al igual que la humildad,  están también en desuso.


A las parejas no se las busca por Internet. Qué pasa, ¿ te da miedo dar la cara y tratar con ellas en persona ?.
¿ Tan poco vales, que no eres capaz de ligar como todo el mundo lo hace y ha hecho siempre ?. ¿ O es tu grado de inseguridad y complejo tan grande que te refugias en palabras escritas y un perfil ?.No sé cuales son las respuestas ni me interesa lo más mínimo, a si que si quieres seguir mandándome cartas, las seguiré leyendo como hasta ahora. No me importa ser tú pañuelo de lágrimas, mientras no te metas más conmigo. 


Esta claro que si un día decido tener pareja, por nada en el mundo quiero un hombre tan débil e infeliz como tú. No me va el rollo de lastima y penas. Quiero un hombre positivo y feliz, que no quiera amargarme la vida con sus problemas . Y desde luego que pueda permitirle su cartera los mismos caprichos que me puedo permitir yo. Por lo que me cuentas en tú carta anterior  viajas bastante, con la diferencia de que tus viajes son de trabajo y los mios son de placer. Además no soy de Córdoba, soy de Santander, la que es de Córdoba es mi madre, así que a ver si prestas un poco más de atención cuando lees lo que te escribo.


Tan sólo te voy a pedir un favor, si decides seguir escribiéndome cartas no hagas mención de mi, no quiero estar mandándote cartas cada dos por tres. Me aburre más de lo que tú crees estar sentada aquí escribiendo a un verdadero desconocido. Y si por algún casual se te ocurre venir a Santander, no esperes que este dispuesta a tomarme ese café contigo, seguro que estaré muy ocupa y no podre atenderte. Por mucha curiosidad que tengas en saber como soy, mira, pensándolo bien, lo mismo un día decido mandarte una foto mía.


Bueno, como no tengo más que decirte, termino esta carta deseándote mucha suerte con tus andanzas amorosas y con tú vida en general Javier. 




                                             Un saludo



                                                                       Rocío




P.D. :  Ten cuidado con la ortografía, has tenido bastantes faltas ortográficas en las cartas que me has enviado hasta ahora, y eso la verdad es que no dice mucho de ti.












martes, 18 de enero de 2011

SEXTO CAPITULO : ¿ MI DESTINO O MI DESDICHA ?

 ¡ Hola Rocío !.


Gracias. Gracias por contestar, gracias por ser tú quien lees mis cartas, te vuelvo a dar las gracias por responderme. Sobre todo te doy las gracias por darme tus señas para seguir mandándote más cartas.

Rocío, bonito nombre el tuyo. Me trae recuerdos de mi tierra, coplas oídas desde pequeño con tú mismo nombre. Infinidad de veces las que he ido a la aldea del Rocío. ¡ Cuantas veces he cantado la Salve Rociera !. Un año que hice el camino al Rocío desde un pueblo de Sevilla. Experiencia sin igual, de la que guardo maravillosos recuerdos. En fin, tú nombre me trae alegría lo mire por donde lo mire. 


Disculpa este entusiasmo pero entiende que para mi saber que tú has recibido todas mis cartas y además que tengo tú permiso para seguir mandándote más cartas es muy importante para mi.
Quizás no lo entiendas pero para mi esto es una terapia maravillosa. Una válvula de escape para salir de mi monótona aunque no lo creas, vida. Sana este dolor que me produce la soledad. Sí, la soledad. Una soledad infinita que me golpea y humilla diariamente de una forma brutal. Como te dije en anteriores cartas, tengo amigos y muy buenos por cierto. Ellos me aprecian de verdad y yo lo sé, pero cuando llego a mi casa la soledad me esta esperando sentada en el sofá. Me mira a los ojos, sonríe y me repite día tras día la misma frase :  " Desengañate Javier, no busques más, yo soy y seré tú única compañía cuando llegues a casa ".
Por las noches se mete en mi cama y apoya su mano en mi alma. Me acaricia la piel dejando impregnada en ella rencor, desengaño, cobardía. Me unta en los ojos un bálsamo de resentimiento y reproche hacia mi mismo. 
Pero al llegar el día, lucho Rocío. De verdad que lucho y lo hago con todas mis fuerzas para sacar de mi todo lo negativo que me da ella por la noche.
Soy alegre, divertido y soñador. Me ilusiono con muy poquito, me niego a estar sólo, quiero creer Rocío.Sí,  Rocío, sí. Quiero creer. Creer con letras mayúsculas, con todo mi corazón y mis fuerzas. Quiero creer en el amor. Quiero sentirlo en cada poro de mi cuerpo. Sentir su calor agradable y acogedor que llena de ilusión mi espíritu. Porque de eso se trata mi forma de concebir la vida  " amar y ser amado ".
Pero al llegar la noche, la soledad me abraza en mi cama y me hace su prisionero. 



En uno de los viajes que hice hace un par de años por mi trabajo, me mandaron a Inglaterra. Por cierto, querías saber cual es mi profesión ¿ verdad ?. Pues bien, soy mecánico de aviones. Como te iba contando, después de terminar de reparar el avión, los dos ingenieros que venían conmigo en el viaje me tuvieron que llegar de urgencias a un hospital, ya que tenía peritonitis. Al día siguiente ellos tenían que regresar a Madrid, dejandome sólo en aquel hospital de Nottingham con otros cinco pacientes más en la misma habitación.
Era una habitación grande y siempre concurrida de gente, que iban y venían.


Y allí estaba yo, en un hospital de otro país, recién operado y sin familiares ni amigos que me pudieran hacer compañía. La soledad se hizo más espesa. Era como una densa niebla que me cubría por completo, pero a la vez me dejaba ver con muchisima nitidez  todo lo que ocurría a mi alrededor.
Los otros enfermos y sus familiares me miraban y leían el cartel que tenía justo encima de mi cama decía :   "Speak Spanish ". Sus miradas eran de compasión y de pena por verme allí sólo, sin ninguna compañía, sin nadie con quien hablar durante las veinticuatro horas del día. Me llamó un jefe de bastante relevancia en mi empresa y me dijo que si yo quería la empresa corría con los gastos de viaje y estancia para el familiar o amistad que yo quisiera . A lo que le respondí : se lo agradezco muchisimo, pero no vendrá nadie. ¿Por qué?, eso es algo que todavía me pregunto.

En tú carta me dices que no eres tú esa " mujer " a la que estoy esperando con el corazón y los brazos abiertos. Y la verdad, estoy de acuerdo contigo después de leer lo que hablas de ti . Estoy seguro de que no tenemos nada en común tú y yo, aunque si te digo la verdad, una cordobesa morena, de ojos verdes, metro setenta de altura y constitución delgada puede ser perfectamente una maravillosa compañera de cualquier hombre que se preste. Y no sé por qué, pero me da que seguro que eres además una mujer de rostro muy bello. Pero no busco un emboltorio, busco algo más, busco el interior, busco una mujer con el corazón dispuesto a recibir y a dar amor. Busco pasión, humildad, que es uno de los valores más importantes de una persona y de la que menos nos preocupamos en buscar. No quiero compasión ni pena, sólo quiero ver su rostro al despertar y descubrir su luz interior. Una sonrisa, un beso de buenos días y un : después nos vemos cariño.
Me alegro mucho que seas feliz con tú vida y disfrutes tú soltería plenamente. Espero y deseo que todas las personas que te rodean sean felices contigo y también lo seas tú con ellas. Desde luego el paisaje te acompaña, porque aunque no conozca Santander, estoy seguro que tiene que ser una tierra bellisima y maravillosa. Espero tener ocasión de poder visitar tú tierra muy pronto para deleitar mis ojos con sus paisajes. Y como no, tampoco estaría nada mal poder sentarme contigo en alguna terraza tomando un café y podernos conocer en persona. Bueno, aquí me despido por hoy.



                                     Un beso



                                                                      Javier




P.D. : Si decides responder a mis cartas me harás muy feliz.



martes, 4 de enero de 2011

QUINTO CAPÍTULO : UN DESTINATARIO CON NOMBRE DE MUJER


                                                        Hola Javier o como te llames :





Soy una mujer. Al final has tenido suerte, si , tú destinatario es una mujer. No sé porque ni como pero desde la primera carta me las han estado mandando a mi, y como he estado de viaje durante un par de semanas, me he encontrado con las dos primeras cartas en mi buzón metidas.

Al ver tú nombre y dirección me ha extrañado muchisimo, ya que yo soy de Santander y tú vives en Castilla la Mancha. No sabía que hacer, devolver las cartas a correos, abrirlas o simplemente tirarlas a la papelera. Pero no, al final las guarde, porque me daba una pereza impresionante ir a la oficina de correos para devolverlas. 

Al llegar la tercera carta me dije : ¿ por qué no abro una a ver quien es este tipo ?. Así estuve durante tres días, hasta que al final me decidí y empecé a leerlas. Desde luego estarás sólo pero no creo que te hayas aburrido ni un poquito. ¡ Cielos, cuantas mujeres han pasado por tú vida en estos últimos ocho años !.
La verdad es que me he reído mucho contigo con las dos primeras cartas. ¡ Mira que eres patoso con las mujeres !...ja,ja,ja. Sobre todo me reí mucho con la anécdota esa del perro, muy subrrealista pero divertida a la vez.


Pero la tercera, ¡ vaya con la tercera !. La tercera me ha llegado a el alma, porque para serte sincera me he sentido identificada en lo de estar sola fuera de mi hogar. Sé lo que es estar en otro lugar y muy lejos de mi familia, porque estudie durante cuatro años en Londres. Cuanto echaba de menos Santander.
La cuarta. Como dice una canción de tú tierra : " a la cuarta los lances definitivos " . Pues sí, ha sido la que me ha empujado a responderte.


En fin, espero que esto te alegre. Digo el saber que ha sido una mujer es la destinataria de tus cartas, que desde luego me parece una forma muy original de expulsar todo lo que uno lleva dentro.
Por cierto, tengo treinta y seis años, no estoy casada, ni separada, ni divorciada y mucho menos viuda. Estoy solterisima, y así quiero seguir por mucho tiempo, porque desde luego no entra en mis planes buscar ninguna pareja. Vivo muy cómoda, tranquila y feliz disfrutando de mi soltería. 



Por cierto, ¿ a qué te dedicas ?, de eso no has hecho mención en ninguna de tus cartas. ¡ Desde luego que cotilla soy !. Perdona mi indiscreción, pero si no te importa me gustaría saberlo.
Hace que no escribo una carta, ni te lo imaginas. Como ahora todo va por email, esto de escribir cartas me parece una forma de comunicación bastante anticuada.
Desde que estaba en el instituto, creo que no he enviado ninguna carta. Estaba fuera de España e iban dedicadas a mi novio de aquel entonces.


¿ Cual es mi clase social ?. Muy cómoda. Así que puedes encasillarme en la que más te apetezca.
Soy morena, de ojos verdes, mido 1,70 m, constitución delgada y me encanta el vino tinto. Que por cierto, el fin de semana que viene me voy con unos amigos a visitar unas bodegas de la Rioja.
Podría pasar por una mujer de tú tierra por mis razgos, aunque a decir verdad, mi madre es de origen cordobesa. 


Espero que no te molestes, pero yo no soy esa " mujer " que tú tanto anhelas. No me va este rollo de conocer chicos por correspondencia. El motivo de esta carta es sólo para contentar tú inquietud de quien será la persona que recibe tus cartas.
Yo prefiero conocer a los hombres en persona, y desde luego a mi tampoco me vale cualquiera, soy muy exigente.

Por cierto, no creo que te mande más cartas, eso me aburre sobremanera. En fin, espero que esta carta te haya servido para satisfacer tú curiosidad.

 
                                  Un saludo. 



                                                                           Rocío



P.D. : Ahora ya tienes mis señas, así que si te apetece puedes seguir mandándome cartas, pero esta vez ya sabes quien es la destinataria.





lunes, 3 de enero de 2011

CUARTO CAPITULO : ¿ QUIEN ERES TÚ ?

Hola, ¿ Como estas ?.


Tengo que confesarte algo. Desde que fui al buzón de correos y metí el sobre que contenía mi primera carta, me pregunte : ¿quien recibirá esta carta si no pongo ningún destinatario?. Es una pregunta que se repite en mi cabeza cada vez más. ¿Sera un hombre o una mujer?. Esta claro que de vuelta no llega, porque de ser así no habría entrado en el estúpido juego de mandar cartas para recibirlas de nuevo en mi buzón a los pocos días por el señor cartero.



Una cosa esta clara, y es que las cartas no vuelven a mi. También me pregunto si alguien en la oficina de correos tirara las cartas a la basura, aunque eso no tiene ningún sentido. Conociendo el personal de correos, esa idea es totalmente descabellada, porque sé de buena tinta que son gente de bien y muy cumplidores en su cometido. 
Así que... ¿donde demonios estarán esas cartas?. Desde luego es un verdadero enigma para mi, aunque más que un enigma se me antoja inquietud lo que siento, tras pasado casi un mes y no tener ninguna respuesta de lo acontecido en todo este tiempo.

Por suerte, el saber que pongo mi dirección y nombre como remitente me reconforta. Ya que de ese modo puedo soñar con una respuesta de esa o ese destinatario desconocido.


Para serte sincero, me encantaría que fuera destinataria más que destinatario. Y no se trata de un sueño juvenil, no. Tampoco un método nuevo para ligar, tampoco. Pero me gustaría que fuese una mujer la que recibe todas mis cartas, sepa lo que siente un hombre como yo, lo que he sufrido, lo que he amado y de que manera, como son las lágrimas que derraman mis ojos en la soledad de mi cama, como es mi soledad y como la padezco. Que sepa como huele mi alma, que sabor tiene mi espíritu, el color de mis miedos, el sonido de mis desengaños y el tacto de mi pasión. En resumidas cuentas, quiero que lea y sienta como abro en canal mi cuerpo y pongo mi corazón en cada una de mis cartas, con un único sentido y razón llamado " Sinceridad absoluta " .



A partir de ahora tendré como una fantasía, que ese destinatario misterioso sea una mujer. Pero no seras cualquier mujer, no. Seras " la Mujer " . La mujer de mi vida, la mujer que siempre he anhelado y nunca he tenido, la mujer que siempre busque y nunca encontré. Esa mujer capaz de ser mi amiga, amante, compañera, camarada, confidente de mis secretos, mi antídoto para los malos momentos y mi almohada en mis sueños.
Esa novia, pareja o esposa que nunca estuvo. Que cada poro de mi cuerpo habría dado un mundo por tenerla junto a mi y no perderla jamás.

Una mujer sin rostro, sin cuerpo ni cabello. Con la altura y peso por determinar. Sólo me quedo con sus ojos y aunque no tenga un color específico, su mirada sea la que siempre acompaña a mis sueños.
Una mirada intensa, delicada, inquieta, dulce y bondadosa. Inteligente y tenaz, con un pasado y un presente, pero que su futuro siempre acompañe a la mía.


¡ Seria maravilloso ! . Pero sin querer pecar de pesimista, se me antoja imposible a estas alturas de la vida. Recuerda que te dije en una de las anteriores cartas, que yo tengo un maleficio, un conjuro malvado proveniente de no sé que parte.

Me da igual de donde provengas, religión o color de piel. Me trae totalmente sin cuidado la clase social a la que pertenezcas. Si estas soltera, divorciada, separada o viuda. ¡ Que alegría me darías !, ni te lo imaginas. Cuanto me gustaría que fueras " tú " quien me haga creer otra vez en el amor de una vez por todas. Que acabes por fin, con este resentimiento guardado en mi corazón para siempre.
Es la primera vez que deseo algo así, porque siempre he pensado que nunca lo encontraría. Una resignación comedida y tranquila, era la que he tenido hasta hoy.
¡ Sí !, hoy cambia todo. Mis resignaciones, mi miedo a que seas " tú " quien rompa esta coraza de inseguridad y desconfianza. No me gustaría conocer más mujeres de esas que piensan :  " me encanta como eres, ya te cambiaré " .
No quiero más aventuras, ni más rubias altas con piernas interminables, que sólo piensan en coquetear con todos los hombres habidos y por haber, importándole un pimiento mis sentimientos o parecer.
No, tampoco quiero sentarme más delante del ordenador y entrar en esas paginas de relaciones, para mirar foto por foto, perfíl por perfíl, como si estuviera buscando una mujer por catálogo.
¡ Ya no más !, ¡ nunca más !, sólo quiero encontrarte a ti. 




Poder compartir mi vida, mis sueños, mis victorias y fracasos, una botella de tinto en Logroño, una de blanco en Sanlúcar de Barrameda, un Whiskey en Dublín, un capuccino en Florencia, leer un libro con mi cabeza apoyada en tu regazo, cuidarte cuando tú enfermes, sentir tú respiración mientras duermes y besar tus labios cuando despiertes.

Un día me preguntó un buen amigo mio : ¿ Javier, cuantas mujeres has conocido desde que saliste de Sevilla?. Demasiadas, conteste yo.
Ni te imaginas lo que daría yo por tener un sólo momento, un momento conmigo, un momento contigo, sentados en mi sofá, tomando un whisky de doce años, en este caso escocés, por eso no he puesto whiskey como antes, ya que este otro es irlandés. Escuchando " Georgia on my mind " , mientras enciendo un cigarrillo. Sin hablar, los dos callados, en silencio. Mirándonos a los ojos y leyendo nuestros pensamientos.

Así que, ya que no estas aquí, me serviré ese whisky



                                       Un saludo.






P.D. :  Si eres un hombre, perdoname pero la prefiero a ella.