Es la vida de un pingüino,
paseando por un pueblo,
caminando de puntillas,
a ver donde pongo el huevo.
Ya lo dijo Rafalito:
¿Donde vas tú gilipollas?
¡que te van a dar un palo!
¡Ay joder, tío pesado!
voy a conocer el mundo,
que me han dicho que no es plano.
¡Un rincón muy cerradito!
aquí planto yo mi huevo,
que estoy hasta los cojones
de tanto maldito pueblo.
Una niña remilgada
me cogió medio agachado,
¡un pingüino, qué bonito!
¡yo sin móvil, que coraje!
no te muevas que ahora vuelvo,
¿qué cojones vas a hacer?
¡Vete con tú puta madre!
¿no estas viendo que estoy haciendo?
¡Uy por Dios, lo que me ha dicho!
¡A mi madre se lo digo!
Una vez que puse el huevo,
me largué dando saltitos
a Berlín llegué a parar.
Vaya historia, que movida,
¡Uy que calles, que bonito!
nada tirado en el suelo.
¿Qué me dicen?
¡No lo entiendo!
y llegó una viejecita,
que no veía una mierda,
una salchicha me dio
y se la tire a la cara,
¡Vaya perro más cabrón!
ya no te doy yo más nada.
Una furgona pasó,
y un señor con su bigote
de una caja a mi me dio
dos sardinas en arenque,
¡Hostia mierda, que salado!
En un bar yo me metí,
a tomarme dos cervezas,
al final no fueron dos,
fueron más de veinticinco,
dos porritos y una raya,
bocadillo de cangrejo.
Yo salí pegando palmas,
¡Vaya moco cojonudo!
Ya cogí la carretera
hasta que llegué a los Alpes,
¡Que fresquito, vaya alivio!
y seguí mi caminata,
pasé por Francia, vi sus playas,
¡Vaya gente refinada!
Cuando entré por Cadaqués
ya noté la diferencia.
Fui bajando por la costa
hasta que me dí de bruces,
¡Vaya aire y ventolera!
¿donde cojones estamos?
¡Ha llegado usted a Tarifa!
me respondían dos calvos.
¡Yo me bajo, esto no aguanto!
y al fin llegué a la Bahía.
Entre en Cadiz ¡que alegría!
no me muevo, ¡Así me maten!
Y hasta aquí llegó el viaje
de un pingüino y su aventura,
donde un día echó raíces
y colorín y colorado
¡Este cuento se ha acabado!
FIN
No hay comentarios:
Publicar un comentario