domingo, 29 de abril de 2012

CAPITULO XVII : UN MAR EN CALMA

                                                                     Hola Rocío




Creo que ha habido un error de interpretación de mi anterior carta. Pero no te preocupes que lo voy ha solucionar. 
Mis cinco sentidos estan preparados y dispuestos  como un mar en calma dispuestos para mandarte otra carta más. Dispuesto a desnudar mi corazón de nuevo y a contarte cosas que sólo tú sabes y sabras. 

La paz se esta apoderando de mi cuerpo y alma. Soy feliz y dichoso. 
Ahora por fin estoy por encima del bien y del mal. 
Estoy sentado en un sillón de espuma blanco y la música se transforma en pequeñas hadas que se adentran en mis oidos. 
Lo que no tenía sentido ahora lo empieza a tener.
Los enemigos regresan con regalos.
La locura se vuelve magia.
Los recuerdos lejanos regresan con mucha fuerza, como si de una moviola se trataran y se adentran en mi mente.

El deseo y la lujuria se visten de monje budista.
Mi cuerpo se regenera creando en mi una metamorfosis tibia, de sabor dulce y agradable.
El dolor se hace alivio.
El pasado es actual y el futuro cercano.
Los que se fueron regresan y los que están se marchan de la fiesta.
El hoy lo es todo y el día tiene quinientas horas.
Esto no son delirios Rocío créeme, ahora lo veo todo con mucha más nitidez. Déjame seguir por favor.
Lo abstracto se mueve creando un circulo maravilloso, donde los colores se fusionan con gran intensidad convirtiéndolo todo en una pintura realista de tonos calidos.
Marco Polo vino a mi casa y me trajo su ropa de la tintorería con aromas lejanos y exóticos.
Mi tarta de cumpleaños tiene mil velas.
Mi corazón ya no siente frío. Siento el abrazo protector de una madre.
Unos ojos preciosos me miran con calma y paciencia mientras bailo en mi sillón.
Bogar me ofrece un cigarrillo y con un whisky añejo brinda conmigo en la barra de un bar.
Vuelvo a mi casa. Sevilla esta más bonita que nunca y todos los míos me esperan con los brazos abiertos para recibirme.
Me siento como un guerrero que regresa a su hogar, después de mucho tiempo librando batallas absurdas y sin sentido.
Cabalgo montado encima de un Mustang libre y salvaje, recorriendo verdes prados.
Ahora todo cobra sentido, ya nada será igual.
Cambio mi reloj de pulsera por uno de arena. Los días tienen ahora quinientas horas.
Paseo por las playas de Jamaica y un señor de del lugar con rastas interminables va dándome conversación.
Ya me desconecto de la red, estoy agotado de tanto bueno y bello.
Ahora si vengo de vuelta, ya nada me queda por aprender.



¿Te acuerdas de Milagros?. Yo si Rocío. No la olvidaré jamás. Asi que terminaré de contarte que pasó con ella. Creo que es el mejor momento para contar todo lo que sucedió:


Éramos Romeo y Julieta. Paseábamos por las estrechas y oscuras calles de Cazalla de la Sierra. Aprovechando la oscuridad de la noche para besarnos y demostrar nuestro amor. Ella fue mi primer y más bello amor de juventud.
Pero una chica tan joven embarazada de un chico del pueblo que no quería saber nada de ella ni de su estado, era un blanco fácil para las malas lenguas, para esa gente que no son capaces de comprender nada.
Gente llena de prejuicios y complejos que son incapaces de comprender los errores de la edad.
Milagros estaba atemorizada, no sabia como darle la noticia a sus padres.


Y allí estaba yo

Un chico de dieciocho años, que la amaba con todas sus fuerzas pero que la inexperiencia fluía por sus venas con la fuerza de un volcán. Sólo sabia darle ánimos y cariño, pero mi estancia en su pueblo se reducía a un fin de semana, tenia que regresar a mi casa con mi familia.
Durante un par de meses pude verla en otra ocasión, pero todo era más difícil. Su padre la tenia recluida en su casa sin poder salir a la calle. Avergonzado de su hija y de ese pequeño y maravilloso ser que llevaba dentro de sus entrañas. Sintiendo la deshonra de un caballero medieval.

Y allí estaba yo

Con la única ayuda de una chica amiga de Milagros haciendo de mensajera y contándome todo lo que estaba sucediendo.

Y allí estaba yo

Sentado en un escalón de una escalera que no me permitía seguir subiendo. Sólo y desamparado por una gente extraña que me miraban con cara rara, preguntándose que diablos hacia en ese pueblo y por qué dormía en el banco de un parque. No sabían que el único dinero que tenía era para comer y para el billete de vuelta a casa.

Y allí estaba yo

Sin saber que hacer, viendo las horas pasar y sin poder ver a mi amada. Roto de dolor y cansado de estar dando vueltas todo el día.

Y allí estaba yo

En la parada del autobús apunto de regresar a casa después de un fin de semana, impotente y con lagrimas en los ojos por no haber podido ver a mi dulce Julieta. Pero en el ultimo instante, como si de un milagro se tratara llego ella. Corriendo hacia mi y casi sin aliento con cara de dolor.

Y allí estaba yo

Abrazándola con fuerza, besándola con pasión. Secándonos las lagrimas el uno a el otro y diciéndonos te quiero.

Y allí estaba yo

Suplicando a el chofer del autobús un minuto más para decirle a mi amada cuanto la amaba, para sentir su cuerpo abrazado a el mío, para sentir el dulce sabor de sus labios, para mirar sus bellos ojos color avellana y llenos de amor.

Y allí estaba yo

Sentado en el asiento trasero con el rostro desencajado por la desesperación y la amargura.

Y allí estaba yo

Sintiendo en mi aprendiz corazón lo que es el más profundo de los dolores. No era justo que a tan corta edad tuviese que verme en la encrucijada de tener que elegir entre dos caminos.
Contárselo a mis padres, ahorrar un poco de dinero, marcharme a Cazalla de la Sierra empezando de cero, luchar contra viento y marea para estar junto a ella, crear un hogar para ese bebé que pronto llegaría, para Milagros y para mi. Afrontar la vida de un verdadero hombre. Hombre que a muy pesar mío todavía no era. Renunciar a la vida normal de un chico de esa edad.

Y el otro camino era el más fácil y cobarde. Renunciar a mi amor, ignorar lo sucedido, restablecer el orden en mi corazón y seguir con mi vida como si nada hubiese pasado.

Y allí estaba yo

Sentado en mi cama, llorando en silencio, mandando una carta, la más dura que he mandado en mi vida. Despidiéndome de mi primer amor. De mi flor de verano. Un amor que durante años paseaba por la noche en mi habitación. Martirizando mi corazón con una pregunta: ¿qué habría pasado si hubiese tomado el otro camino?. Mis días pasaban despacio, sintiendo en mi espalda una pesada mochila con una palabra grabada en ella. COBARDE. Esto fue lo que sucedió con Milagros. Ahora ya sabes toda la historia.

Sólo me queda decirte Rocío que tienes razón. Soy un hombre humilde y vulgar. Propietario de una vida sencilla y sin grandes sueños e inquietudes. Que nunca seré propietario de una gran fortuna ni seré un hombre de éxito.
Pero con el valor de afrontar la vida y el destino con una sonrisa como única arma. Contento de ser como soy. Y ese aprendiz de corazón débil se ha convertido en un corazón con experiencia y fuerte.
Ahora si soy un hombre. Que ha aprendido de los errores del pasado y afronta el futuro con optimismo.
Siento mucho si mi anterior carta te hizo daño pero te prometo que no era mi intención.

Y si crees que ese hombre es el amor de tú vida, adelante, lucha por él. Y no dejes que personas como yo quieran hacerte cambiar de idea. Tú vida es tuya y de nadie más. Si te equivocas en algo, que seas tú y sólo tú la responsable de ello.
Como no es justo Rocío que me hayas mandado una foto y yo no, en esta carta te remito una mía. Ahora ya puedes ponerme cara. El rostro de un hombre que te aprecia mucho y te desea toda la suerte del mundo en este largo camino que todavía te queda por recorrer.



                                         Un fuerte abrazo



                                                                    Javier



P.D. : Un millón de gracias por leer la vida de este humilde servidor.
















 


























1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú, no eres un cobarde.
Tenía que suceder así…

Gema.