jueves, 4 de noviembre de 2010

Una carta sin remitente

Hola a ti, que no sé quién eres, ni cómo te llamas ni si eres hombre o mujer, si eres guapa o feo. No sé quien lo leerá, lo que me apasiona más por querer seguir en el anonimato de mi nombre o descripción.

No se trata de una historia de amor y " fueron felices y comieron perdices ". No, se trata del desamor de un hombre de treinta y ocho años, natural de una ciudad al sur de España, pero que después de ocho años, aún me pregunto qué hago viviendo en el pueblo Castellano-manchego en el que vivo.
¿ Será por mi trabajo?, ¿será por el destino?. La verdad es que el fin y el porqué ya dejaron de interesarme por completo.
Perdón, no me he presentado, me llamo Javier. No es mi verdadero nombre, pero es un nombre que siempre me ha gustado, y como soy yo quien escribe esta carta, me puedo tomar la libertad de ponerme el nombre que me plazca.
¿Qué me describa?, ¡ Cómo no!. Soy un hombre alto, con una cara normal y un cuerpo también normal. No creo que sea importante decir como huelo, como tengo el cabello, ni si uso zapatos o deportivas. Esto no es una red social, aunque de de eso hablaré en otro momento, cuando cojamos más confianza...Esto, como dije antes, es una carta y quiero contarte pequeñas picardías mías, como diría un buen amigo mío.

Vivo, para ubicarme, en un pueblo llamado Bicolor. ¿Qué Bicolor no es un pueblo de Castilla la Mancha?. Pues sí, ¡vaya si lo es!. Lo que ocurre, es que aquí se vive en blanco y negro. Y además, como comprenderás, después de las peripecias que me acontecen y que te contaré en un momento, sigo queriendo vivir en el anonimato. y mucho menos darle propaganda al pueblo. ¡Faltaría más!, no me quiero imaginar que le dé por leer esta carta a mucha gente y encima quieran montar una fiesta anual del " Blanco y Negro ". ¡Por Dios!, serían capaces de vender sus perros y cambiarlos por dálmatas.

¿Por qué Bicolor o blanco y negro?, pues muy sencillo. Primero porque yo siempre he vivido en lugares donde la gente saluda a diario, y no mira, si este mes tiene treinta días o treinta y uno para hacerlo. Aquí todo es blanco o negro, no hay ningún termino medio. ¿Olores?. Si, tiene olor, huele a café con leche y a tostada de pan de molde con aceite.

Empiezo por el blanco, que es el color más simpático para mí. El blanco es, para que te hagas una idea, como las dos señoras que se encuentran por la calle, a eso de las diez y media de la mañana y una de ellas se acerca a la otra para ver que noticia le puede dar hoy. ¡Porque eso sí!, aquí hay un periódico local, pero sin papel y sin tinta, y mucho menos interactivo. Aquí, ese periódico es gratuito, y la forma de distribución, no es en furgonetas a las seis de la mañana.¡No!, es de boca en boca. Sigo con las dos señoras...le pregunta una a la otra :
-  ¡Buenos días, doña Paquita!. ¿Cómo está usted?. Por cierto, me enteré que su hija, aún no ha terminado la carrera y ya se ha colocado en el laboratorio de una fábrica. ¿Verdad?.
-   Si doña Gertrudis, ha tenido una suerte tremenda, además mi niña se lo merece, porque ella vale mucho     ¿sabe usted?. Decente la que más, con su novio que tiene un trabajo maravilloso.

Ese sería el blanco, pero ahora le voy a poner el negro, que por cierto, en este caso lo conozco de muy buena tinta :

-  ¡Buenos días, doña Paquita!. ¿Cómo está usted?. Por cierto, me he enterado que a su hija la han enchufado en el laboratorio de una fábrica, sin tener ni puñetera idea y sin terminar la carrera todavía. ¿Verdad?.
-  Si, doña Gertrudis. La verdad es que la han metido por la cara, además con lo golfa que es mi niña, no me extraña. Al compañero del laboratorio lo trae por la calle de la amargura, un día le da un beso y lo persigue por el servicio y el otro le da una patada. ¡Pobre muchacho!, él con novia, apostólico y romano, y mi hija, un día le enseña lo que lleva debajo de la falda y el otro lo manda a freír monas. Aunque eso sí, su novio tiene un trabajo maravilloso, aunque le quedan dos días , porque le han pillado con las manos en la caja.

¿Entiendes ahora el blanco y el negro?. Seguro que sí.

Aquí, los domingos por las mañanas ves a familias enteras ir a misa, para limpiar sus pecados. Ahora entiendo porqué la iglesia del pueblo es tan grande. Tienen que tener una lavandería gigante en la sacristía para limpiar tanto vicio, prejuicios y delitos varios.

Hay un señor que me hace mucha gracia, es aquel, si, aquel señor regordete, medio calvo, con un jaguar, pero que no conozco su nombre, y desde luego mejor no escribirlo aquí. Por lo del anonimato, tú ya me entiendes...Ese señor, me tuvo un día, media hora con mi coche esperando detrás del suyo, porque estaba esperando que saliese su mujer, o bisonte o lo que sea. Digo bisonte, porque llevaba un abrigo de piel tan grande, que le cubría hasta la cara. Y la verdad, por el tamaño y la forma de entrar en el coche, me cuesta todavía adivinar la raza o espécimen que era.


Lo que si recuerdo era la matricula de su vehículo, que por cierto, el otro día al volver a mi casa por la noche, pasé por una carretera en la que estaba aparcado su flamante coche, justo en la puerta de un club nocturno.


Desde luego, ¡ que trabajo el del cura !, pobre hombre, la de cosas que oirá sin poder contar nada. Pero se  lo tiene que pasar de maravilla. con tanto chismorreo. Si no fuese por lo de la castidad y la pobreza, me lo plantearía hasta yo. Aunque por lo de la castidad, han dejado de mandar al pueblo curas jóvenes, porque en los últimos años, cura joven que mandaba, cura que pedía el finiquito.





Hace unos años por cierto, fui a esa iglesia a la boda de un gran amigo mío, que también vive en Bicolor. La ceremonia fue de las más peculiares a las que he asistido en muchos años. El cura, un chico joven, con barbas de tres días y pinta de  haber estado de fiesta todo el fin de semana, cada vez que nombraba a mi amigo le llamaba Pablo, y eso que mi amigo se llama Israel.
Mi amigo,  al tener que corregir al señor cura en dos ocasiones por el nombre, ya se cansó y a la tercera ya le dijo con voz de pocos amigos :
-  Israel, padre, me llamo Israel, no Pablo.
Pero bueno... dejemos a la iglesia que bastante tiene con lo suyo.






La primera sorpresa que me llevé al llegar a Bicolor, fue cuando llevaba aquí sólo dos semanas. La verdad, es que no conocía todavía la dimensión, ni tamaño, cosa que después de ocho años, todavía no conozco. Sólo conocía un supermercado, situado a la vuelta de la esquina en donde vivía yo. Un día charlando con la cajera del establecimiento, a cual se me antojaba que era un poco joven, unos veintipocos años le calculaba yo. Le pregunté, si conocía en el pueblo sitios para tomar una copa, ya que el fin de semana se estaba aproximando. A lo que ella sonriente me respondió, que no me diría los sitios, sino que ella personalmente me llevaría en persona. Me dije... ¡Esto si es ser hospitalario!, directamente me da su número de teléfono y queda conmigo para el viernes.


Me llevó a los lugares que ella conocía, nos tomamos unas copas y lo mejor de todo, fue cuando al acompañarme a mi casa, insistió en arroparme y darme un beso de buenas noches, con lo que le contesté :

¡Mujer, que yo tengo treinta años!
¡Y yo dieciocho, así que cállate la boca, desnúdate y métete en la cama de una santa vez!, me respondió ella.


¡Desde luego, vaya un estreno en el pueblo!, si así son las chicas de dieciocho años del pueblo, ¿cómo serán las de treinta?.




Pasadas unas semanas, parece que se empiezan a arreglar las cosas y conozco a un par de chicos de Cádiz, los cuales resultaron ser buenos amigos con el tiempo y compañeros de piso. Por supuesto, también conocí una cafetería en color, donde hice grandes amigos y amigas. Donde el trato hacia mí, es similar al de un pariente querido.

¡Si las paredes de esa cafetería hablaran!. Allí he conocido a chicas, que algunas fueron rolletes, otras parejas por poco tiempo, claro está, y como no, también ha sido escenario de alguna ruptura con alguna de ellas.
También hice un casting de chicas para buscar una compañera de piso, el cual, fue un verdadero desastre por culpa del otro compañero de piso que tenía entonces, conocido por algunos como " El triste ", apodo que fue puesto por mí y que en otra ocasión te contaré de donde sale este nombre.

El casting fue un verdadero desastre, porque al triste se le metió en la cabeza alquilar la habitación que quedaba libre en el piso, a una chica que sólo conocía por teléfono. Alegando que tenía la voz más femenina y seductora que él había escuchado en toda su vida.
Aprovecho para recomendarte, que no quedes nunca con alguna chica sólo por su voz, sin conocer el resto, porque te puedes llevar la misma sorpresa que me llevé yo.



También conocí a una chica, que después de hablar un buen rato con ella en la cafetería, me pidió que la acompañara a su casa, en tono sugerente y misterioso. Accediendo a su reclamo le contesto que acepto gustosamente. 
Una vez allí, me pide que todo lo que ocurra en su piso, lo guardemos en secreto para los dos y que nadie más del pueblo, pueda nunca saberlo. Yo, tragando saliva, pensé :  ¡Dios mío!...¿qué será lo que va a pasar aquí hoy?. Y la verdad, con el paso del tiempo descubrí que es lo primero que te dicen las chicas de Bicolor, cuando quieren mantener relaciones sexuales con alguien de fuera. Creo que es un código de conducta o algo parecido.

Después de exigirme que la visite todos los días de la semana y del mes, para repetir dichos actos, también me pidió que cada día llevara un periódico en la mano. Cosa que me sorprendió y a la vez me ayudó a comprender, que esas cosas sólo ocurren en ese pueblo remoto.


Con esta chica sólo duré un mes, por dos motivos. El primero, porque todos los días al mismo ritmo que reclamaba la susodicha, no hay varón en este país, que le aguante más de treinta días. Y segundo, porque después de la primera semana, sin venir a cuento, siempre quería quitarme el preservativo del lugar donde estaba puesto, cosa que yo me negaba a regañadientes y la pedía una explicación. Su respuesta era, que no le gustaba sentir el látex, en lo más profundo de su ser, razón que por la que jamás pude comprender el porqué y para qué, tenía ese objeto cilíndrico en su mesita de noche, que yo juraría que está fabricado del mismo material, no deseado por ella.



Después me centré en sacarme el carnet de conducir, ya que todavía no lo tenía. Me fue muy bien, hasta el punto de que además de aprovar el teórico y el práctico a la primera, empecé a salir con la profesora de la autoescuela. Chica simpática y poseedora de un físico bastante agradecido, por cierto.
Hasta que un día, al llegar a su casa, la pillé usando su nariz como aspiradora, recogiendo un polvo blanco que estaba encima de una mesita de cristal. Yo, al ver eso, le dije con voz molesta : ¡Mujer no recojas el polvo así, usa una bayeta humedecida, que te puedes intoxicar, criatura!.
Creo que le resultó muy mal el comentario, ya que desde ese momento, la cosa empeoró en la relación y tuve que cortar con ella.

A partir de ese momento, tomé la determinación de no querer más  relaciones con las chicas de Bicolor.



A los diez días después, conozco a otra chica del pueblo, ¡como no!, que me invita a su casa para enseñarme un juego. Que por cierto, después de recibir la llamada de una amiga suya, decide ir a la casa de esta chica, en vez de querer jugar los dos en la suya. Pensé...su amiga también tendrá ese juego en su casa, ¡digo yo!.
Cuando llegamos y después de las presentaciones pertinentes, las dos chicas se miraron sonriendo y empezaron a desnudarse. Al ver lo que estaban haciendo, empecé a despejar la mesa del salón y sentándome en el sillón dije con voz alegre : ¡No hace falta que os pongáis tan cómodas, seguro que en un par de partidas, le cojo el tranquillo al juego y todas las partidas siguientes las gano yo!, por cierto, ¿ es de cartas o de tablero?, pregunté mientras se borraba la sonrisa de sus caras.
En ese momento, se volvieron a vestir y poniendo una película, no volvieron a hablar conmigo en toda la tarde. La verdad, creo que las molestó mi comentario, pero gracias a dios, resultó ser una falsa alarma y no se molestó para nada . Tanto fue así, que al día siguiente, me invitó a cenar a un asador argentino que estaba a las afueras del pueblo. Lo que no me advirtió es que no sería una velada romántica de dos personas, que se están conociendo. No, no señor, en la cena también estaban sus padres, hermanas y sobrinas empañándonos.


La madre de ella, encantadora por cierto, me habló muy bien de sus hijas, sobre todo,  de la que  yo estaba conociendo.

Una de las cosas que me dijo de ella, tenía razón, me dijo que su hija era muy cariñosa con los demás. Tanto fue así, que los dos meses que estuvimos juntos, todo el amor que le sobraba lo repartía entre los miembros de protección civil y la mitad del equipo de baloncesto del pueblo. 

Pero la otra cosa que  me dijo su madre, no tenía razón, estaba totalmente equivocada. Me dijo que estaba aprendiendo mucho su hija en el hospital donde trabajaba. Y la verdad, pude comprobar con mis propios ojos que no era así.

Una noche, paseando por los alrededores del pueblo, pasé junto a un coche, que estaba aparcado en la cuneta y me acerqué al ver la silueta de un hombre totalmente recostado hacia atrás y moviendo la cabeza bruscamente. Pensando que podía necesitar mi ayuda, me acerqué a su puerta y mirando a través de la ventanilla vi a mi chica con la cabeza encima de su regazo, miré a los ojos del chico y vi como tenían la mirada perdida. Apresuradamente, golpeé el cristal de la ventanilla con una piedra que tenía cerca y después de romper el cristal, le dije a mi chica con voz diligente :
¿ Qué haces con eso en la boca, criatura ?.
¿ No te han enseñado en el hospital, que la respiración artificial se hace por la boca ?.
En esta ocasión, si se molestó conmigo mi chica, hasta el punto de romper la relación. Al poco tiempo, me enteré que no era enfermera del hospital, era personal administrativo. ¡Por eso no sabía hacer la respiración artificial!, pensé yo cuando me enteré.


Una tarde, tomando café con un par de amigas en la cafetería que hice mención antes, les comenté lo raras que eran las chicas de este pueblo, respondiéndome que tenían una amiga maravillosa, que encajaba con un chico como yo. Eso me alegro tanto, que decidí pedirles el teléfono de esta chica, para quedar con ella.
Así fué, quedé un día con esta simpatiquísima mujer, repitiendo varias ocasiones, hasta que acabamos los dos una noche, en mi cama. Transcurrido un tiempo, yo estaba encantado. Mis amigas estaban totalmente en lo cierto, llegué a pensar, incluso que sería la mujer de mi vida. Hasta que un día empezaron a suceder cosas extrañas.

Ella, quedaba con asiduidad con un chico, antiguo novio suyo, y si estando con él, la llamaba yo al móvil por cualquier motivo, daba la casualidad que siempre tenía el teléfono apagado.
Había momentos, en los que estábamos juntos y la llamaban al móvil con un número que no estaba registrado en la memoria de su teléfono. Ella, se ponía nerviosa y directamente no contestaba al móvil. Yo le recomendaba que hablara, por si era una llamada importante, a la que respondía con tono de enfado, que se habían equivocado al llamarla a ella seguro.

Si estábamos en la cocina de su casa y la llamaban al móvil, corría con el teléfono a la planta superior a contestar la llamada. Estas cosas, me parecían muy extrañas, pero dejé de darle importancia, hasta que la cosa empeoró. Si estábamos en su dormitorio y ella decidía darse una ducha, cogía el móvil para meterlo en el baño con ella. Yo le decía cuando veía su móvil en la mano a la hora de entrar en el baño :
¡Cariño no metas el móvil en el baño, que con  la humedad de la ducha puedes estropear el teléfono!. Así fue, en dos ocasiones que cogí su móvil en casi tres años, había mensajes de amor de un tal Pedro de Mallorca. Al decírselo en las dos ocasiones, su enfado era descomunal, y yo sólo le decía :
¿Ves?, cada vez que cojo tú móvil, veo mensajes de amor de un chico de Mallorca. Eso te pasa,  por meterte en el baño con el móvil a la hora de ducharte, al final hay cruces de teléfonos y los mensajes pasan a tú móvil en vez de a su autentico destinatario, en este caso destinataria. Que encima, da la casualidad de llamarse igual que tú. Pero nada...... ¡Vaya una chica testaruda!.

Me invitó a quedarme en su casa un tiempo y un día estando aburrido, vi una caja de zapatos muy rara, dentro de un armario, en uno de los dormitorios de la planta superior. Pensé :  ¿serán los zapatos que ella buscaba y no encontró?, que alegría le voy a dar como estén en esta caja.
Pero dentro de la caja no estaban los zapatos. Lo que había eran las fotos de un chico en las playas de Mallorca, junto a una plantilla de esas que se usan para tatuajes, con la palabra Pedro. También estaban las fotos que se hizo unas vanidades con una prima suya en Tenerife. Aunque la verdad, nunca entendí porque su prima, nunca aparecía en esas fotos y porqué no estaban colocadas con todas las fotos, que tenía muy bien ordenadas, en los álbunes en el mueble del salón.  
Pero como no hay dos sin tres. Hubo una tercera y última vez que vi su teléfono móvil. Vi nuevos mensajes de este tal Pedro, del tipo : " Te quiero, te adoro, te llevo a los toros...".


Ya cansado de tanto enigma, llamé a una amiga mía, que vive en Valencia. Al contarle las cosas tan raras que estaban ocurriendo, y contarle los mensajes de amor del tal Pedro, que seguro que eran cruces de teléfonos por el mal funcionamiento del de ella, me llamó de todo. Mi amiga me dijo un sinfín de disparates, hasta el punto, que me dijo que me la estaba pegando con este chico seguro, en esos viajes que ella hacía sola. A lo que yo alegaba que era muy católica, que iba a misa con la madre muy a menudo y hasta me regaló un rosario para mi coche. Fíjate si era católica,  que cada vez que vamos a salir de viaje, ella me obligaba a rezar el credo, el Ave María y el padre nuestro.


Al terminar de decir estas palabras, mi amiga me llamó "cretino" y la llamó a mi chica con un nombre de animal, antes de colgarme el teléfono.

No conforme todavía, llamé a mi hermano y le conté lo mismo que le conté anteriormente a mi amiga. Su reacción fue diferente, se llevó dos minutos sin hablar de la carcajada que me propinó por teléfono, y cuando
terminó de reírse, la llamó del mismo nombre de animal, con la que le había llamado anteriormente mi amiga.
Si te soy sincero, no sé porqué dicen estos dos, que ella es la mujer del zorro, yo no le encuentro ningún parecido.

Esta situación me pudo y tuve que ir a una psicóloga, la cual me dijo que yo tenía un problema físico más que psíquico. Yo le pregunté que cual y ella me respondió que tenía "diarrea cerebral sentimental". Yo, le pregunté que en que se basaba para darme tal diagnostico y me respondió que todas las relaciones sentimentales en las que embarcara, terminaría en una autentica y verdadera mierda.



Como puedes ver la gente de este pueblo vive en " blanco y negro ", como dije al principio de esta carta.
¿ Y que pasó después de esto?.
¿ Sigo teniendo relaciones con las chicas de Bicolor?.
Pues no, no he tenido más relaciones con chicas de Bicolor y desde hace casi dos años , frecuento las redes sociales de Internet, donde me ha pasado casi de todo.

¿ Qué como me han ido las redes sociales?.

Esto te lo cuento en otra carta. Ahora me he quedado sin papel.



Un cordial saludo:


                                      Anónimo



P.D. : Espero que te haya gustado la carta.

2 comentarios:

El guardian del Faro dijo...

¡Jajajaja!. Ahora sé dónde radica mi encanto:
Cientos de kilómetros de distancia.
Eso y que soy menos "rarita" que las chicas bicolores.

besos

carmen dijo...

va ser que tenias razon , como escribas un libro te forras¡¡¡ y yo que pensaba que el color blanco era un poco guarro, y el negro elegante¡¡¡¡
saludos